1 Reyes 19:7-8. “Y el ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y le dijo: Levántate, come, porque es muy largo el camino para ti. Se levantó, pues, y comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches( hasta Horeb, el monte de Dios”.
El profeta Elias se sintió tan fuerte y confiado frente a 400 profetas de Baal, que los desafió para que mostraran el poder de su dios falso. Con fe clamó al Señor ,quien le respaldó enviando fuego del cielo, probando su gran poder. Después el profeta los mató a todos con una demostración de valentía ante todo el pueblo. Qué bien se debió sentir Elias frente a esa gran victoria.
Pero en cambio frente a la amenaza de una sola mujer se sintió débil y con miedo, tanto que salió huyendo para salvar su vida.
A veces nos sucede como al profeta Elías, en ciertos períodos nos sentimos fuertes y poderosos que nos enfrentamos sin temor a todo, pero en otras nos sentimos tan miedosos y débiles, dudando de todo, sintiéndonos solos, sin esperanzas, inútiles y terminamos abandonando el camino.
Elias el gran profeta se fué caminando todo un dia por el desierto , hasta sentirse agotado. La única oración que pudo salir de su boca fue, “basta ya Señor quitame la vida”. Antes habia orado a Dios que mostrara su poder frente a 400 hombres y por qué ahora no podía orar que Dios mostrara ese mismo poder frente a la amenaza de un sola mujer. Qué había cambiado? Dios seguía siendo el mismo. Qué pasó entonces en Elías?
Elías estaba agobiado de tener que enfrentarse a situaciones tan difíciles, y de no tener el resultado que esperaba, que su pensamiento estaba perturbado a tal punto que no veía a Dios obrando en su favor. Dios le permite que llegue al fin de sus fuerzas, le deja que duerma y descanse físicamente, porque todavía tendría que tratar con su espíritu; después un ángel le presenta pan y agua para que coma y reponga sus fuerzas.
Todavía no era tiempo de retirarse, no había terminado aún el plan que Dios tenía con él. Necesitaba comer y recargar energías porque tendría que caminar 40 dias por el desierto hasta llegar al monte de Dios, donde tendría un encuentro especial con el Señor.
Dios conoce la condición de sus hijos, sus flaquezas, sus miedos, sus frustraciones, su deseo de dejar todo a un lado, y Él en su misericordia envía su ángel para que provea el alimento espiritual que fortalece, la palabra rhema que restaura las fuerzas, que anima , que devuelve la esperanza , que viene para alumbrarte los ojos y mostrarte que aún falta mucho por vivir, por hacer, por conquistar para Dios. Por eso sin importar lo grande de tu frustración conversa con Dios y exprésale lo que sientes que con seguridad pondrá ante ti pan y te dirá «Levántate y come, porque te espera un largo viaje»
Erika says
Amén